Aquel
chaval atravesaba el portal a todo correr
No
fuera a ser que eso esta vez le llegara
a coger
Ese escalofrío que le acompañó
Hasta bien
mayor
Eran ellos,
sombras sin cara
En la magia
sin limites de la infancia
Dulce
infancia, tierna infancia
Cuando
entró después en la lucha por ser mayor
Los creía ver hasta el amanecer a su alrededor
Pero eran
solo miedo a no ser
Lo que se
esperaba de el
Eran ellos,
los miedos de otros
Que le impedían crecer
Madurar y
crecer,
Luego llegó el tiempo sin tiempo
La vorágine de la vida sin vida
Hasta que abandoné la cuesta de subida
Y me encontré huérfano y sin prisas
Ahora con
los años ellos han cambiado también
Tienen el
nombre, la cara, los gestos de los seres que amé
Les hablo
en mi mente sin miedo
Y a veces
entre la gente les veo
Al doblar
una esquina
Al mirarme
en el espejo
Y entonces sonrío y les digo que les echo de menos
Y es que ahora entiendo porque se agarran los viejos
A lo de que tras la vida nos veremos de nuevo
Lo nos salva del dolor es lo que no podemos
asegurar ni negar, si habrá o no algo luego.
(L.C.CrespoAguirre, 2018.02)
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